Metro de Tokyo
octubre 9th, 2008 lorcoDicen que los japoneses son educados hasta que entran en el metro. La verdad es que estoy seguro que si hay algo que odiaré dentro de un tiempo será el metro en hora punta.
La leyenda de los empujadores de metro es totalmente cierta y aunque aun no me ha tocado eso de que me empuje un tipo de uniforme para poder cerrar la puerta si que he sido comprimido cual limón en mas de un par de ocasiones.
Hay un par de cosas que me parecen raras y que me gustaría que corrigieran.
- Podrían sujetarse a las barritas, así cuando el metro frena o acelera no nos veríamos mega comprimidos
- Tener un pelín de cuidado con los pies, yo intento no pisar a nadie y si yo lo consigo con un 45 ellos con sus piececitos deberían poder hacerlo también
- Tranquilidad a la hora de salir, a veces se vuelven un poco locos empujando para salir cuando el metro aun no ha llegado a la estación. Las puertas están aun cerradas y NADIE puede moverse. Tranquilos, seguro que podéis salir, no tengáis prisa.
Quitando esas pequeñeces he de decir que son increíbles, nadie protesta, nadie alza la voz ni te lanza un improperio cuando tu tarjeta no funciona y creas una cola de 40 personas en 10 segundos porque tienes que volver a pasarla. En París ocasionar una cola similar era casi sinónimo de linchamiento.
Lamento comparar con París pero es el único metro de ciudad grande en el cual he estado en hora punta durante mucho tiempo.
Hay días que me recuerdan a las huelgas en París, cuando el metro y RER iban llenos a hasta la bandera, aun así, aquí siguen entrando gente. Cuando yo pienso que ya no cabe nadie mas aun entran veinte o treinta, en serio, es increíble.
He de alabar que todo el mundo intente poner las carteras en los porta equipajes, que consigan que en un vagón con 300 personas te sientas solo. En serio, totalmente solo, nadie mantiene una mirada y cuando cruzas alguna esta no dura mas de dos segundos. Nadie habla en voz alta, o casi, y el silencio mas la falta de miradas directas crea un ambiente de lo mas extraño.
En un remoto pasado
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Que casualidad que el mismo día en Filipinas me quejara de que no andaban rápido.