Un finde como otro cualquiera
febrero 11th, 2009 NereaAndábamos deseando tener ese tipo de findes sin nada especial, para pasar el rato con gente que queríamos ver, como Shigeko. El viernes por lo tanto solo pasamos a cenar a casa de un chaval que no vive excesivamente lejos de Gyotoku, Dani. Descubrimos que no toda la comida tailandesa pica (solo el 75 por ciento de ella) y que echábamos de menos una noche de charla tranquila en otro lugar que no fuera un pub con las birras a 600 yenes. Rehicimos el mundo como unas 1001 veces y recordé los buenos tiempos en Burdeos, cuando nuestra vida social se producía básicamente en casas de amigos en lugar de bares.
Estábamos tan bien que no cogimos el ultimo tren y nos quedamos con la cama (nada de futon, chicos una cama!!!) de Dani, pero solo hasta las 9 y media, que teníamos una cita muy importante con Shigeko en el Museo de Fukagawa (parada mas próxima Kiyosumi-Shirakawa de la Oedo Line).
Al llegar nos sorprendió un barrio tranquilo, salpicado de pequeños templos, con un jardín precioso que prometía una segunda visita, un día con menos frío y mas ganas de hacer picnic. Es una zona llena de cosas que visitar. En el Fukagawa Museum se puede corretear por una réplica tamaño real de un barrio pesquero de la Era Edo (siglo 19, cuando la ciudad de Tokio se llamaba Edo, como el río que la atraviesa). Situada al este del río Sumida (ese que se puede recorrer en barco pasando por los puentes de Tokio), la réplica me recordó a esos Belenes de exposición que abarcan un día entero, con sus ruidos, sus cambios de luz… solo que a tamaño real y con nosotros dentro, en lugar de estatuas o actores.
Una pareja de trobadores se paseaban y daban un pequeño recital para los visitantes, pena no haber llevado la cámara pequeña, no tenemos vídeo. Una de las canciones se inspiraba en las que se pueden oír en el Kabuki, para los que quieran saber mas sobre esto, wikipedia y youtube están llenos de información, aunque lo mejor es venir y verlo chatos!
Shigeko se informo, y mientras esperábamos la llegada del guía que hablaba inglés ella nos iba explicando un poco como iba aquello. Un día haremos un articulo limitado a Shigeko, porque se lo merece, pero hoy hablaremos solo de la visita.
Como se ve en las fotos, todo era de madera, desde las tiendas de ramen, udon y soba portátiles (que llevaba un payo cargada sobre los hombros, con dos cohone y un palito) hasta el almacén del arroz.
Por lo cual la construcción mas importante del barrio era la torre de vigía, una cada 10 casas o barrios (eso no quedo claro pero no quisimos insistir mucho), desde donde se hace sonar la campana en caso de emergencia.
Pero lo mejor del museo es poder adentrarse uno mismo en las callejuelas, tocar los utensilios de cocina, moler el arroz, a los enanos les encanta. Y a los no tan enanos también, que anda que no había gente del inserso allí dentro!!!! tos sentaicos pa ver el recital de shamisen.
Estábamos bastante hechos polvo, y aunque nos supo mal, a eso de las 4 nos despedimos de Shigeko, le dimos mil veces las gracias y prometimos volver a Kiyosumi para ver el resto de cosas (cuando haga menos frío, decía Shigeko…hehehe)
Como siempre, para toda la serie de fotos os toca ir a los álbumes
En un remoto pasado
Hace unos 365 días, relatábamos Vienen a llenarnos el frigorífico
Hace unos 730 días, relatábamos Chocolate de cacahuete