Afinando un sueño, solo le falta plantar un árbol
octubre 8th, 2014 Nerea¿Quién de vosotros ha tenido un hijo? ¿Quién de vosotros ha escrito un libro? ¿Os vamos a hablar de bonsáis? ¿O de qué?
Hace un mes descubrí en un programa cultural del Cervantes un acto llamó mi atención. Alguien que algunos de vosotros conocéis por haber compartido historias y risas a través de este blog, tenía previsto hacer la presentación de su último desafío: «Afinando un sueño» .
«Afinando un sueño» es un libro que no solo recoge lo más granado de este finalista del Premio Bitácoras, es mucho más. Ha pasado años en Japón «rascando teclas» sin volver a su Zalla natal, ha sabido encontrar el encanto a su alrededor y ha convertido esta ciudad de atómatas en un derroche de humanidad con la magia de su prosa.
Además ha llenado sus días de karate, cursos de ceremonia del té, festivales de Yosakoi, maratones, saraos en torno a lo ibérico… Y como no, también ha ocupado sus noches con borracheras interminables, monólogos imposibles o búsquedas incansables de la chica de sus sueños con su «esa así como pa’mí» ( y por el camino ha encontrado a la chica del avión, la de Enoshima, la de Shimokitazawa, la de Okinawa…) Sí, !ha buscado mucho! Pero ha terminado por encontrar a «La chica que siempre sonríe», Chiaki. Y menos mal, porque él es el chico que siempre acaba echando la lagrimita… Cuando se casó, cuando nos presentó a su familia, cuando nos anunció junto a Chiaki que estaban esperando a Kota, cuando se comió un tubo de wasabi disfrazado de Hello Kitty…
Así que cuando nos propuso que eligiéramos un capítulo de su libro para leerlo durante su presentación, muchos pensamos… ¿Cómo hago para que no llore?
Algunos leyeron capítulos cachondos, otros leyeron de forma cachonda, pero todos leímos lo mejor que pudimos. Yo solo puedo decir, que tuve que leer el mío hasta 5 veces para evitar que las palabras me picotearan la garganta y me humedecieran los ojos. !Pero lo conseguimos! …. Y Oskar, no lloró.
Para quienes aún no lo sepáis. Oskar, nuestro euskaldún, es entrañable, tiene cara de no haber roto un plato ni de plástico, una modestia que envuelve hasta sus logros más audaces y un corazón que como se dice comúnmente «no le cabe en el pecho». «Afinando un sueño» es un pequeño tesoro, un trocito de la vida de un «rascateclas» con vocación de poeta, que sueña con poner un bar, y seguir cuidando de los suyos a golpe de copas, tapas y sonrisas (y alguna lágrima).
¿Dónde he puesto los clínex?
Mahal me recuerda que no he dicho absolutamente nada de cómo transcurrió la presentación… !Qué diablos! Cuando tiene razón, tiene razón. !Vamos allá!
Cosas que sabríais sobre «Afinando un sueño» si hubierais podido asistir. Habríais descubierto cómo llegó Oskar desde Zalla a Tokio hace más de diez años. Os habría explicado lo que le impulsó a escribir su primer post y el nacimiento del Blog de Ikusuki. Habríais sabido de sus idas y venidas por Tokio, sus añoranzas y esperanzas, sus risas y sus lágrimas, los amigos «para siempre» y los anónimos pasajeros que le arroparon el corazón. Habríais visto a Chiaki sonreír y a Kota liarla parda en plena presentación ante la tierna mirada de su padre mientras nos decía «Ahora le da un cacho pan y el tío más feliz que una perdiz». Poco a poco os habríais adentrado en ese universo tan particular y al mismo tiempo tan universal que Oskar ha creado y cuya síntesis es «Afinando un sueño». Compartiríais la sorpresa de Oskar al conseguir los fondos para publicar el libro… ¿Quién podría dejar escapar la ocasión de participar un poquito en este sueño?
Gracias… a Manolo por ceder un espacio de su biblioteca a este proyecto, a Teresa por darle difusión, a todos los lectores (virtuales o no) que han hecho posible este sueño, a Fran por darle forma, a los que estuvisteis allí este sábado, a Chiqui por los vinitos de después, a Misaki por echarle valor y cerrar con uno de los pasajes más poéticos, a los lectores (Dani, Zordor, Chiqui y Mahal). A Chiaki por sonreír pase lo que pase, compartir a Oskar con sus a veces incomprensibles amistades y a Kota por hacernos ese escaner con sus ojos de querer comerse el mundo. Gracias a Oskar… ¿por dónde empezar?