Camino del infierno (segunda parte)
Haciendo AutoPie se llega a todos lados, y del mal rollo de la espera, del calor de la llegada, del desayuno de los campeones, pasamos a correr por la ciudad.
Aunque antes decidimos dormir, aunque solo fueran 5 malditas horas, para después salir a descubrir Ho Chi Minh. Además, el hotel que nos recomendó Alberto resultó ser fantástico, y solo el ruido de una obra (a juzgar por el jaleo, en la terraza del hotel) consiguió interrumpir nuestro sueño reparador.
Antes de salir, comprobamos con Kitty algunas informaciones básicas: dónde conseguir pasta, qué lugares debíamos visitar y dónde contratar el famoso viaje de dos días al Mekong… Aun le deberíamos un detallito, a la vuelta del Mekong, por las molestias y por su amabilidad.
Del paseo por Ho Chi Minh, las fotos hablarán mejor que nosotros. Solo un detalle que explica la agitación y el ambiente festivo: el 30 de abril es el Día Nacional de Liberación, cuando el ejército comunista de Ho Chi Minh tomó la antigua ciudad de Saigón (que ahora lleva su nombre). Las calles están más animadas de lo normal y las banderas rojas con la hoz y el martillo, o la estrella, ondean sobre farolas, postes de la luz y ventanas.
Da una sensación de feria.
Preparados, LISTOS, Ho Chi Minh.
Las primeras imágenes que nos llegaron fueron de motos, motos, motos y yo fui particularmente sorprendido por una urbe mucho más moderna de lo que me esperaba. El centro económico tenia ladrillo y estaba apilado en forma de torres.
Cambiamos dinero para parar un tren, o eso pensamos al recuperar 44.000.000 de dongs, espera, lo escribimos, cuarenta y cuatro MILLONES. La segunda idea que se me pasó por la mente fue tirarlos sobre la cama y hacer el tío Gilito. Que se joda, con perdón, el ORO, yo iba a ser millonario en Vietnam que parece mucho mas fácil.
Dinero en los bolsillos, pasamos a hacer lo que mejor sabemos, repartirlo. A dar una vuelta por la ciudad, visitar un algo y salir a rellenar barrigas.
Primera parada y primer contacto con la fauna local, entrevista por ser turistas, una boda, un AK-47, un tanque y hasta por un momento fantaseamos con dejar Japón ya que había vacante un puesto de vendedor de cocos.
Como eso del esfuerzo físico no terminaba de funcionar, y el señor que ofrecía el puesto de trabajo no se fio de mí ni un solo momento, decidimos seguir corriendo a ver si después de un rato se nos pasaba el susto.
Nada, todo estaba lleno de colores y sonrisas, íbamos a tener que ponernos a comer y ver si por allí se calmaba la cosa.
Ni por esas, estábamos en Vietnam, teníamos que asumirlo, el trópico siempre tiene colores, da igual que estés en la ciudad, inspiramos dos veces, hicimos la reserva para la excursión del Mekong, nos tomamos dos cervezas (el dia tenia que terminar como empezó) y pusimos el despertador. Estas vacaciones habían empezado con una estancia un poco LAAAAAAARGA en una terminal de aeropuerto y continuaban poniendo la alarma para despertarnos a las siete, no importaba, «sarna con gusto…»
Vietnam allí estábamos preparados para llenarnos los ojos de colores y sonrisas. Lo que no sabíamos era que también de barco y agua, pero eso, ya continuará…
En un remoto pasado
Hace unos 365 días, relatábamos Biciclown, una bici, mil sonrisas
Hace unos 730 días, relatábamos El GRAN cañón del colorado
Hace unos 1095 días, relatábamos El Oktoberfest en mayo
Hace unos 1460 días, relatábamos Aberraciones en el hilo musical
Hace unos 1824 días, relatábamos Bicho enamorado
– Un pie, me temo que maloliente.
– Una cagando delante de un tanque.
– Conservas de colores sospechosamente radioactivos.
Y de tantas sonrisas como decís, yo sólo veo sonreír a los policías…y perdonadme si estoy mal acostumbrado, pero cuando un policía sonríe a mí me da así como que mal rollito, oiga…
Y el vendedor de COCOS???
SONRISAKA!!!
Hey, qué bueno que la visita coincidiera con el Día Nacional de la Liberación, seguro que había mucho ambiente por las calles y el rollo comunista le daba cierto aire retro romántico.
En Vietnam las obras son 24/7, de eso es imposible librarse, jejeje. Pero ya visteis que la ciudad no para de crecer y el centro de Saigón está bastante desarrollado comparado con el resto del país.
Pasear por las calles siendo turista da mucho juego, los vendedores de cocos y las señoras con el sombrero de paja y la balanza se acercan siempre a intentar venderte algo, siempre con una sonrisa. A lo lejos, los vagos Xe Om te saludan con la mano sin levantarse siquiera de la moto por si quieres dar un paseo de paquete por unos pocos dongs. Me encanta que las calles estén tan llenas de vida. Y los cinco sentidos siempre alerta, motos moviéndose de un lado para otro imposibles de seguir, el ruido contaste del pi-pi, los olores a puestos de comida callejeros, … demasiadas sensaciones para el primer día, terminaríais agotados.
A ver qué tal por el Mekong.
EL mekong una pasada, ya veras ya…..
Grata sorpresa descubrir una ciudad llena de vida y de gente alegre y amable. El sudeste asiático siempre me conquista por aquello de ver a gente durmiendo a cualquier hora del día aunque sea laborable. Que a gustico se les ve a los jodíos.
Take it easy my friend!!
PRISA MATA, que dicen los de debajo de la peninsula!!!
😉
La mejor foto es la de tu «nuevo empleo». Ya nos dirás si está o no bien pagado, que aquí la crisis va a hacernos morder el polvo muy pronto.
Fuera bromas, es sorprendente el cambio que existe de unas zonas a otras.
Cada vez estoy más convencida de que no hace falta tener muchas cosas para ser feliz. Las gentes asiaticas
son la prueba.
Poco pagaban y mucho trabajo, lo dejamos por la posibilidad de encontrar OTRO 🙂
¿Y que era eso de los frascos tan coloridos?
¿Nopales?
saluditos
Ni idea, uno de ellos LICHIS, pero los otros, NI IDEA!!
nos dio miedo pedir y todo 🙂
Qué fue de esa costumbre de contestar a los comentarios…
Estabamos esperando….
A TENER MUCHOS!!!
(perdon, perdon, perdon!! no volvera a pasar)