¿a Cuenca?, ¿a la mierda?, ¿a la luna?, ¿al infinito y mas allá?

Migraciones

Todos los inviernos somos testigos de una de las migraciones que mas furor causa en el mundo científico.
Estamos hablando de la «pelusa ombliguera» esa gran especie que levanta odios y pasiones a partes iguales.
No analizaremos aquí esos odios o pasiones, no entraremos en el debate de quien debe sacarla, el tema que nos tiene intrigados es «su migración» y de ella hablaremos.

Allá por el mes de noviembre, cuando las camisetas de manga corta dejan paso a los jerséis y «los jaldares» pasan a ir por dentro, es cuando empezamos a ver los primeros signos de esta migración. Poco a poco, las pelusas ombligueras van tomando forma; pequeños grupos de no más peso que algunas micras son desalojadas todas las noches. Efectivamente, conforme vamos anadiendo capas de algodón en nuestra vestimenta constatamos un aumento de tamaño, llegando a casos de mas de un gramo.

Será ya en los meses de diciembre a febrero cuando estos habitantes del ombligo lleguen a su máxima ocupación, y no será suficiente un desalojo diario de su habitat, sino varios.

Siguiendo las teorías de migración actuales se podría considerar que los “factores de atracción” (pull factors en la terminología académica) son los PULL. Pero no, hemos comprobado científicamente que también acuden con sudaderas, jerséis, rebecas e incluso chalecos de invierno.

Lo que si concluyen nuestros estudios es que se trata de una «migración golondrina»

Emigración golondrina es la emigración temporal y repetitiva de carácter anual sin establecer arraigo ni integración en la nueva comunidad, generalmente por motivos laborales no tradicionales y por tanto diferente a la trashumancia y vida nómada.

En efecto, no se han visto en ningún caso pelusas ombligueras estableciendo residencias duraderas en este habitat.

En verano, bendito verano, es imposible encontrarlas, quizás los “factores de expulsión” (push factors en la terminología académica) pueden ser las ráfagas de aire que pasan por debajo de los jaldares, al encontrarse estos no introducidos en los pantalones, constituyendo un habitad adverso para el asentamiento de las mismas.

Quizás toda esta migración es debida a una selección natural que ha provocado, mediante condicionamientos instintivos y niveles endocrinos, que la subida de la temperatura haga que nuestras pelusas ombligueras emigren a climas más fríos. Allá donde los pingüinos.

Tan solo una pregunta nos queda, ¿tendrán los esquimales pelusas ombligueras perennes?

Pd.- para evitar «traumar» la salud mental de los visitantes de este rincón hoy no incluimos fotos.
Pd.Pd.- Lo estáis deseando, seguid informándoos aquí.

 

 

 

En un remoto pasado

7 Comentarios a 'Migraciones'

Subcribirse a los comentarios con RSS

  1. Sol dice:

    La «pelusa ombliguera», padece con frecuencia fotofobia y agorafobia, de ahí que huya de los ombligos veraniegos.
    Jartá de reír XD, el enlace al vocabulario murciano-castellano un DIEZ!. 😉

    • lorco dice:

      Como se nos pudo pasar lo de la fotofobia!!!??

      Mil gracias por demostrarnos que todos hemos estudiado un poco este fenómeno 🙂

      Anda que no nos reímos la Nere y yo escribiéndolo

  2. nerea dice:

    Me decepcionáis, queridos lectores. Tú no, Sol, tú eres la caña. Este post es sin duda uno de los mejores del año y vosotros ahí pescando!!!! Mahal, eres un crac!

  3. nerea dice:

    No es pa menos!

  4. Jota dice:

    ja ja ja ja ja ja ja ja!!!! 😀

  5. No recuerdo mi nick dice:

    Hace unos meses que no me paso y ya no me acuerdo del nick que tenía aquí. Soy lo peor. En cualquier caso, gracias por los consejos sobre el viaje a Japón de aquel entonces (ya he vuelto). Al final, tanto preguntar por parque de atracciones y no fui a ninguno. ¿Cómo hacen para que el tiempo pase tan rápido allí? XD

    Sobre este post, he de decir que es una de las migraciones más interesantes que se producen en este planeta (y en otro perdido de una galaxia vecina). Rivaliza directamente con la de mazorcas albinas, que se desplazan mentalmente hacia lugares remotos.
    Eso sí, yo me siento marginada porque nunca me han visitado las pelusas esas. Me retiro a un rincón a llorar.