El tren de las 18:14
Debe ser el único diferente, nadie sabe porque, nadie termina de entenderlo, todos los demás expresos, son expresos hasta el final de sus vidas. Él no, él decidió hacer las ultimas 4 paradas, pasara lo que pasara, hiciese el tiempo que hiciese.
Todos los días los viajeros que no suelen montar en el tren de las 18:14 miran para los lados cuando el EXPRESO decide parar en las cuatro últimas, ninguno de los expresos lo hace. Miran para los lados, se quitan los cascos para ver si oyen algún anuncio explicando el porque de esas paradas y mientras el tren de las 18:14 ríe por dentro.
Les ha vuelto a engañar, ha conseguido que otro montón de pasajeros llegue tarde, que no puedan correr, que les toque hacerlo desde la ultima parada.
Él disfruta de esas cuatro paradas, sabe que son el final de su trayecto, que se acaba el día, que después de eso dormirá en las cocheras, parece disfrutarlas más que las demás, sin prisa, haciendo que cada vez que se para y abren las puertas los viajeros asomen sus cabezas para comprobar, asustados, que aun no están en la última.
Entre cada una de las paradas acelera, los pasajeros se dicen, ha debido ser un error, ahora seguro que no para, y lo vuelve a hacer, vuelve a pararse y abrir sus puertas mientras sonríe.
El sabe que por la mañana no podrá hacerlo, que al medio día tampoco, pero cuando sea el tren de las 18:14 podrá por fin tomárselo con calma.
Quizás las paradas se deban a que coincide con otros trenes en el anden, quizás se deban a que así la chica que termina de trabajar puede subir en él, quizás a ese abuelo que, acompañando a sus nietos, vuelve a casa. Nadie nunca le ha preguntado. Los que no suelen usarlo no lo vuelven a hacer y aquellos que lo conocen agradecen esas cuatro paradas, no necesitan una razón.
Cuatro respiraciones profundas en la prisa de la gran ciudad, cuatro paradas, cuatro guiños a los viajeros que lo conocen, cuatro veces demostrando que hay maneras de vivir.
Pd.- Os juro que las tres primeras veces pensé que ese mamón de tren se estaba quedando conmigo, ahora esas paradas me hacen sonreír mientras veo como los «nuevos» miran a derecha e izquierda intentando entender el porque de la parada.
En un remoto pasado
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La lluvia nos va a acabar volviendo a todos locos, me temo
Qué poético t´as puestooooo!
Mola.
Creo que estas leyendo mucho a Murakami
jajajaja.
Ahora ya esperas que lleguen esas paradas para detectar a los nuevos y mofarte un ratillo picarón!
Anda y que no me rio ni na, cada vez que sacan la cabeza y miran pa un lao y pa otro 😉