Este post fue escrito el martes 27: El día del Ano Nuevo Chino
Teníamos una cita en Yokohama con Mari y Sato. Lo que solo Sato sabía era que ¡hoy se celebra el Año Nuevo Chino! Para ser el día de Año Nuevo, la verdad es que la cosa estaba mu trankila, eso si, hay que ver lo que son los chinos con las rebajas… ¡te venden a tu abuela empapela! Lástima que no entendiera ni un cuarto de lo que ponía en los paquetes, latas y botes que se exponían en la calle.
Así que allí estábamos, la Mari, la Satosan, ERi (la hermana pequeña de Mari, algo mas callada que Mari y que ¡estudia gabacho!) y Stephan (un amigo eslovako de Mari que habla japonés como un dios, inglés también y además es to wena gente).
¡Y yo cagándome en mi estampa gitana por haber olvidado la cámara grande en casa!
Después fuimos a comer en un Restaurante Chino (nada de menus de esos A,B y C como en casa, allí cada menu es solo un plato, ni rollito de plimavela ni aloz chino ni na!), allí estuvimos arreglando el mundo. Me dieron consejos para encontrar curro y para que saliera de este letargo profesional en el que vivo.
Con la barriga y la cabeza llenas nos fuimos a pedir buena suerte al templo de Kanteibyo, no os sorprendera saber que es el dios de los mercaderes. Y para hacer honor al dios, nos fuimos de !rebajas!, a comprar mariconadas para que la Mari se lleve de vuelta pa Bratis: se ha enamorao de las camisetas del Ya bai, logico. Estas camisetas son increíbles, aqui os pongo una foto para que os hagais una idea, se aceptan pedidos.
Con tanta compra la peña estaba cansada y un salón de té nos pareció el lugar adecuado para una paradita reponedora. !Nos hicieron una exhibición que te cagas! Si yo llego a tener que aprender eso para currar en el Salón de Mme Beranger, !me tiro de la moto! Todo un espectaculo para los sentidos.
Para finikitar la tarde, que se iba transformando en noche, fuimos a Minato Mirai (el ya famoso, Puerto del Porvenir), con su noria iluminada, sus edificios futuristas, la Terminal de pasajeros inspirada en una ballena y el Edificio mas alto de todo Japón. Desde el piso 69 (sin comentarios) las vistas de la Bahia de Tokio son inmejorables y de día se ve el Fuijsan. Mil yenes la broma, pero la verdad es que vale la pena, casi mejor ir al aterdecer cuando la ciudad cambia de color. Eva y rodrigo, ni sabíamos que se pudiera visitar, peor me dijeron que el 1 de enero estaba chapado por día festivo, la próxima vez.
Hay mas detalles sobre el día, pero lo básico esta aqui. Todo menos las fotos, que ya irán llegando!!! De momento tenemos unas cuantas por cortesía de Satosan, nuestra maravillosa profe de japones! Hasta las fotos
Feliz Año Nuevo Chino
En un remoto pasado
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Un barrio al este de Tokio al que tenemos que volver. Este sábado salimos a dar una vueltecilla nocturna y siguiendo el consejo de mucha gente decidimos visitar Shimokitazawa (下北沢).
La verdad es que tuvimos poco tiempo, no queríamos pasar la noche allí, y tan solo visitamos dos bares. Aun así estamos seguros de que volveremos.
La verdad es que el barrio promete, calles estrechas, muchos bares y restaurantes, una cantidad increíble de gente joven de todo tipo, música, buen ambiente, posibilidad de perderte al girar dos veces y no llegar a la estación. Además nos nevó, poco, cuando salíamos del último bar camino a la estación. No creo que exista mejor manera para terminar una noche que unos cuantos, no muchos, copos de nieve sobre ti mientras te diriges hacia casa.
Todo eso no son mas que razones para tener que volver, con tiempo, sin prisa, y sobre todo con el sol en todo lo alto. Así podremos hacer fotos de un barrio que estoy seguro nos volverá a ver.
Eso si, nos han dicho que olvidemos la idea de irnos a vivir por esa zona, los alquileres están altísimos y al parecer sucederá con ello lo mismo que con el Cabañal (barrio de Valencia)
Para los que gustan de detalles innecesarios, la reportera ‘vakiya’ os informa:
Estuvimos en una tienda de gadjets frívolos, qué es eso? Pues cuando necesitas un cenicero compras uno de esos típicos de cerámica macizos y baratos, o te vas a una tienda de frivolidades y pagas 2 mil yenes por un cenicero de diseño, rarito pero original (a no ser que tus colegas también vayan a esa tienda y entonces la ha cagao payo)
Uno de esos sitios donde pasaría las horas, y me fundiría el sueldo, que no tengo. Así que de momento me limito a mirar los calzones de felpa de lanas, las ceniceros con forma de huevo kinder o de cubo rubick o las chocolatinas con forma de teta (si, hijos míos, conocía el queso de tetilla, pero esto lo supera)
Fuimos de visita de la mano de Alan y su familia (Ami su mujer y Amaimi si recuerdo bien el nombre de la peque.. si no es así, perdon!!!), ellos traían a mas gente: Kaled, Victoria y Rebeca (no se llama así, pero como es Taiwanesa y nadie se acuerda de su nombre, pues se rebautizó) que estaban de viaje por el mundo (afortunados cabrones…jgrgrgr). Carlos y Vanessa también venían, Vane se trajo a Lidia (una jerezana con contactosssss, por fin, conciertos en vivo y baratos!!!!!) y Jesus. Estuvo muy divertido todo: bebimos, charlamos y charlamos más. Fuimos a un bareto de comida española mu chiko, mu barato y con unas tortillas de patatas como las que hace el Guille de grandes!!!! Ese Vivas!!!!
Luego cercanos a la hora de marchar, intentamos un par de sitios, pero se nos hizo tarde y tuvimos que abandonar al grupo en un pafeto con buena música (ese disco redondo!!!) y bajo la nieve, volver a casa.
Preguntaban algunos andestaba el vídeo de la campanadas… No es cosa fácil disfrutar del Año Nuevo debidamente, ocuparse de las visitas, poner los post a tiempo… Pero tarde mal y pronto, akí tenemos las campanadas del 2009, tachán!!!!!
Tres días antes de la fecha, nos reunimos con Carlos para discutir lo que se podía hacer y tal. Desde aquí nuestro eterno agradecimiento a Carlos por lo bien que organizó todo, la elección del lugar, y el trabajo de guía incansable en la ronda de bares por Golden Gay. Eres un caballero. El lugar elegido para la cena fue el Criston. Un restaurante decorado como una iglesia, con sus angelotes, sus sotanas antiguas en vitrinas y olor a incienso… No faltaba un detalle, sobraban pecadores y los camareros en lugar de ir de monaguillos iban cada cual a su estilo: algunas cosplay, otras de kimono, los más raritos de champiñón o banana… Ver vídeo.
Dimos la bienvenida al 2009 con gominolas y a contrarreloj, es que los japoneses hacen una cuenta atrás a partir de 10 mucho más celérica que nuestras tradicionales campanadas. Para muestra el vídeo mismamente.
Al lado del restaurante había un templo y allí que nos fuimos a ver como era eso de las 108 campanadas y los rezos y deseos para el año nuevo… La foto de grupo es lo que queda del intento, una cola kilométrica y un frío dl carajo nos disuadieron de una espera que habría acabado con el subidón obtenido gracias al nomijdai (barra libre de dos horas) del que salíamos.
Como tampoco era plan de irnos para casa, Carlos propuso un tour por el Golden Gay y sus callejuelas y bares minúsculos que fue secundado por unanimidad. De este modo acabamos en un mini antro flamenco fumando puros de chocolate (de los que se venden en los estancos, que no se engañe nadie, no hubo tanta suerte) y escuchando música de la tierra. Después de un par de copichuelas, cambiamos a un bar que resultó ser una habitación privada en el altillo de un bar, los 9 que éramos allí flipándolo. Resultó que el dueño del bar era un amante del flamenco y no sólo hablaba castellano, sino también árabe y francés!!!!
Para rematar la noche y disfrutar de un ambiente más animado y espacioso acabamos en un Hub (cadena de pafetos irlandeses donde lo que menos hay son irlandeses), algunos buscamos un rincón donde calentar nuestro trasero, otros hicieron amigos en el apogeo de la borrachera. La noche del 31 de diciembre es la única en la que el metro no cierra, lo cual permitía apearse del burro cuando el cuerpo ya no pudiera más. El amanecer apenas nos sorprendió en Gyotoku. A vosotros aún os faltaban un par de horitas para zamparos las uvas y nosotros ya estábamos en la camita.
Ya somos legales, los dos. El viernes por la mañana encontré en el buzón la convocación para ir a sellar definitivamente mi nuevo pasaporte
¡Así lo celebramos!
El viernes por la noche Satosan y nosotros 2 estábamos invitados a Saitama (donde Cristo perdió el mechero después de dejarse en nuestra casa el papel de fumar) para la fiesta de despedida que Ferpi había preparado para sus colegas de curro: Sakuraisan, Simosoño, Jashi.. la tira vamos!
Allí estuvimos demostrándoles que un español puede llegar 1 hora tarde, que la sangría se hace con casi cualquier cosa y que cuando no hay sangría, el sake también nos lo bebemos.
Como desheredados del metro, Guille y yo tiramos al Ferpi al suelo y le quitamos la cama. A las nueve estábamos llegando a casa, con un sueño que te cagas. Pero yo tenia una cita, 15 minutos después con Katosan y su grupo de conversación en inglés. Adivinad quién era la estrella invitada… Pero de eso ya hablaré si acaso en las crónicas marujiles.
Volvamos al finde.
No había nada preparado, solo una cena con españoles y japonesas y un sin fin de posibilidades… No es equivoquéis, este es nuestro blog, no el de Ferpichan. Se acerca la Navidad y muchos españoles se piran a casa como el turrón (ya sé que el simil esta mas visto que Espinete en bolas pero no tengo otro a mano).
Así que decidimos quedar unos cuantos y reunimos a Alan y Oskar (a ambos los conocimos en la recepción de SSMM), Raul es un miembro del Lolita (un sevillano como la copa de un pino). Las chicas son amigas de Yuki (la del collar de gitana turquesa.. que arte Yuki), que coincidió con Deivi de borashera en Sevilla (gracias Deivi, que peligro tiene esta niña, ¡¡pero lo que nos reímos!!)
Pues eso, que Akiko (la que esta a mi lao en la foto de grupo) y Hiroko (otra amiga del Deivi borrasho) prometieron volver a vernos pese al lamentable espectáculo (flamenco y otros) que les hemos hecho sufrir (si, hablo del famoso ya Te peto el kakas).
Después de una animada cena, con risas de las que te dan la sensación de estar con amigos de toda la vida. Salimos del Watami (esta cadena nos debe mucho) en busca de un pafet (como dice Ferpi), pero hubo que conformarse con un bareto folk de paredes de madera y unas copas carísimas y mu racanas. Había que decidir, Raul ya se había ido a dormir (su avión para Sevilla salia a las 8 de la morning… buen viaje Raul, oye que guapa que es tu mujer ehn?), Oskar que estaba convaleciente de un ataque mortal de Hiro Nakamura (todavía te duele wapeton?) también nos abandonaba…
Yuki entonces nos propuso ir de bailoteo o ir a su barrio de bares ( que no cierran por lo que se ve). 3500 yenes la entrada en una disco que cierra dentro de dos horas y media y con una sola consumición!!!! Pero estamos lokos???
Ahí empezó el bizarrismo… Naka-meguro. Es por lo visto un barrio conocido por lo raro de sus bares, el concepto de aprovechamiento del espacio cobra un nuevo significado allí. Pues allí nos plantamos, 5 en un taxi y Nerea agachada entre el asiento de copiloto y la entrepierna del Guille (lo ultimo que se me paso por la cabeza fue pensar en lo que pensáis vosotro/as degenerado/as!! taba yo con mucha fatiguita)
Empezamos en el minibar, una L de 12 metros cuadrados, fotos en las paredes con mas polvo que el ataúd de Dracula y unos dueños descojonantes: ella de 60 años es la señora de la foto, su marido 12 años más joven que ella!!! Y una marcha!!! La música, la mejor: disco de los 60 y 70, auténticos hitos de la música (nada de mariconadas a lo travolta, pura SOUL!!!!)
Después de 14 mil arigatos, nos marchábamos a otro sitio que no encontramos y así acabamos en Boys (no sé qué). Nada nos preparaba para este sitio que Yuki calificaba de omoshiroi (divertido, curioso). Un antiguo puticlu, con sus paredes de terciopelo rojo y sus lamparas de araña. Eso si, un DJ con vinilos y unas ganas de cachondeo que nos puso las pilas a base de Deep Purple, The Doors y todo lo que quisiéramos pedir, el bar era nuestro!!!! Ademas Hiroshimasan (el DJ) había vivido en Jerez (pero no sabia de la existencia de El Puerto… aquello me dolió, mucho…), y tenia discos y CDs de música española y latina que somos incapaces de recordar (miento, macaba de venir Los Gipsy Kings..fff pero que bailamos (evidentemente a Guille le podéis tachar de lo de bailar, lo suyo sigue siendo la barra fija).
El sol pasaba la patita por debajo de la puerta cuando decidimos afrontar el domingo. Una noche memorable, un hambre de lobo: y los 4 con cara de tristes esperando que abriera la cafetería de al lado de la estación para no irnos a la cama con el estomago vacío.
No sé vosotros, a mi me encantaron esos sitios, me senti como una clienta habitual, eso no tiene precio. Bueno si, pero si lo digo solo os acordaréis de eso.
Y el sábado, como aun no estábamos destrozados, decidimos seguir el día con una cenita en un izakaya (居酒屋) y después salir corriendo hacia un Karaoke, mejor correr hacia allá que salir corriendo para casa.
La cena ha sido una de las mas divertidas de las que hemos hecho, éramos un montón de gente y todos con ganas de pasárselo bien. Ademas nos pusimos hasta arriba de comer y beber todo por 2800 yenes por cabeza, nunca hemos pagado tan poco comiendo TANTO y bebiendo MAS.
Nadie recuerda haber bebido menos de tres cervezas y comer comimos como para aburrirse. Y claro, desde el restaurante salimos a un bar ingles a hacer tiempo. Aun era pronto para el ultimo metro y algunos de los de la cena se apuntaban a una «ultima» copa antes de correr hacia casa. Mientras que los demás íbamos terminado de calentar motores para el karaoke.
El sistema de los Karaokes me encantó, no es que piense volver pronto, pero atención…
Mil yenes por persona y por hora con barra libre…
¿A que os apetece eso de una cancioncilla?
Pd.- Mañana un vídeo de la actuación estelar de Nerea y yo a dúo, cantando una canción «tipical Spanish» ¿alguien se anima a jugar a las adivinanzas?
El otoño es otra de las estaciones en la que los japoneses salen a correr por el monte, cámara en mano, en busca de la foto que les hará sonreír durante un par de meses. Y nosotros que también somos de los de darle al botoncito de la cámara decidimos imitarles.
Nuestro insuperable guía, Hirata-san, nos había ofrecido cuando fuimos a Kamakura llevarnos él a ver el fenómeno y claro, no pudimos resistirnos. Nos llevó a un montecito, relativamente lejos de Tokio, el monte Takao.
Y esta vez íbamos aun más gente, Hirata-san, Gaby, Hiroshi y su mujer Hiromi, una pareja encantadora que esperamos volver a ver pronto.
La verdad es que, como en todos lados, eso estaba HASTA ARRIBA de japoneses mirando los arbolitos y disfrutando de un día medio soleado. No me cansaré nunca de sorprenderme de lo muchos que son. Muchos y precavidos: mantelito para el picnic, camping gas para hacerse un buen ramen mientras ven el Monte Fuji, unos oniguiri preparados la misma mañana a las 4, el termo con el té que no falte…Niños, jóvenes, parejas, grupos, gente madurita, jubilados oficiales y algún guiri, todos comiendo y disfrutando del sol y del techo rojo de las hojas de los arces.
La verdad es que el madrugón mereció la pena y aunque salimos a las siete y media de casa y llegamos cerca de las cuatro nos pareció haber hecho muchas, muchas mas cosas.
Por cierto, los japoneses tienen hasta un nombre para el cambio de color de las hojas Kouyou (紅葉) aunque en wikipedia solo aparecer Momijigari (紅葉狩り) , ¿alguien sabe por que?
Después de el atareado sábado y viernes decidimos darnos un domingo de tortilla de patatas en algún parque de Tokyo. Con la mala suerte de que el domingo amaneció cubierto y lluvioso. Aun así, presas de un ataque de tortillitis, nos hicimos nuestra tortilla confiando en que algo cambiaría. Nada, no hubo nube que desapareciera del cielo. Y aunque Fernando intentó sacarnos de casa conseguimos decir que no.
Y en eso estábamos, sentados, haciendo como que no hacíamos nada, hasta que sonó el teléfono. Ni más ni menos que mi primo Mariano e Isabel, recién casaditos, que habían venido de viaje de novios a Japón y habían conseguido contactar con nosotros. Pues a celebrarlo tocan.
Carrerita hasta el metro y de nuevo en Ginza, café tranquilo mientras nos poníamos un poco al día, mucho tiempo sin vernos. Pequeña llamada a Fernando y corriendo para Shinjuku Station (新宿駅), la estación MAS BRUTA DEL MUNDO, a ver si encontrábamos un simpático Izakaya(居酒屋) para cenar.
Dicho y hecho, tenemos cena.
Todo muy tranquilo y para terminar acompañamos a la parejita al hotel y claro, no hay despedida sin una copa precedente…
Una vez en el restaurante, casualidades de la vida, una simpatiquísima pareja de japoneses nos ayudo a pedir sake. La camarera se empeño en darnos una excesiva información sobre los tipos que tenían cuando nosotros solo queríamos UNO, el que fuera.
Resultó que el caballero japonés sabía decir GRACIAS y VINO BLANCO y recordaba muy bien su estancia en Barcelona : RAMBLAS, BOKERIA… increíble. ¡¡Pero si nosotros seguimos cambiando los nombres de las estaciones por falta de memoria!! En fin, que el caballero en cuestión no solo era amante de la comida y bebida ibéricas sino que además era actor cómico, artista y música, y nos dio su tarjeta. Su compañera no se quedaba atrás, era artesana de lana, no tejedora… tenemos una postal de una exposición que estaba haciendo, que cosas más raras se pueden hacer con la lana, ¡la virgen!
Pues eso, que un par de fotillos, unas risas y querían invitar a la feliz pareja de recién casados a una última copa, pero los pobres estaban reventadicos y declinaron amablemente. Cuando se marcharon prometimos llamarlos para cuando volvamos al Tío Danjo.
Poco después dejamos a Mariano e Isabel, que aún tenían que preparar las maletas y levantarse tempranito para ver el tsukiji Market. No sabemos si lo consiguieron o no!
En cualquier caso, un domingo sorprendente e irrepetible. Pero algo nos dice que a Mariano (a Isabel también espero) le ha gustado Japón y volverán en cuanto puedan. Aquí les estaremos esperando.
Como siempre, nosotros en nuestro buen rollito apalancadetes en Gyotoku, no íbamos a hacer nada el viernes, pero Chiki nos lió para ir a tomar unas cañas de verdad a un bareto español al otro lado de la ciudad con sus colegas del laboratorio. Como no me fiaba de sus intenciones para con Guillermo, invitamos a Sato-san, nuestra profe de japo. Una tía cachondísima que prometió pasarse después de hacerse las uñas… no es coña.
Llegamos muy pronto a Ebisu y nos dimos unas vueltecitas por el barrio, otra cosa no será pero bares, por un tubo. No encontrábamos el Tío Danjo pero sacamos un par de fotillos interesantes y es que aquí en diseño se comen la bola mas que el copón, comparado con nuestra vieja y tradicional Europa… Pues al final, en un callejón oscuro encontramos el dicho bar, que parecía que lo hubieran sacado de cualquier calle de spain, porque no le faltaba detalle… ni tampoco le sobraba. La carta toda en español (y en katakana para que puedan pedir purupo a la gaiega y torutiya, y un carta de vinos que da envidia a nuestra botella robada de la recepción: manzanilla, sherry, sidra, tintorro y un Alvarinho que agotamos aquella noche con la inestimable ayuda de Aki y Sato (Peter, Simosoño, la otra chica y el otro señor de las fotos se marcharon prudentemente a las nueve y poco, creo…)
Les hicimos probar de todo: jamón, quesito manchego, croquetas..hasta callos!!!! Menos mal que Fernan me frenó cuando intentaba explicarles lo que eran porque no se los habrían comido en la vida.
Desde luego, volveremos. Tio Danjo, en EBISU, cerca de la estación, un buena dirección para nostálgicos gastronómicos (y baratico de precio además)
El viernes llegamos a casa por los pelos, pero no debíamos quedarnos por ahí de fiesta. Teníamos cita con Kato-san, un profesor de japonés voluntario en el Centro Social de Gyotoku para dar una vuelta por el Palacio Imperial. No paraba de hacer preguntas, contarnos historias de la Era Edo y de decirnos que posáramos para sacarnos fotillos.
Un encantador guía que me recordaba en muchas cosas a Hirata-san (de Kamakura). Para los que empecéis a haceros un taco, podréis consultar el elenco de artistas invitados en el álbum de fotos Haciendo amigos. Con la tontería de caminar, nos dieron las 3 y no habíamos comido (ni apenas desayunado), así que nos tomamos un café y nos despedimos de Kato-san.
GINZA
Llegamos a Ginza aún de día y tras un encuentro furtivo con Fernan y las ardillas nos fuimos a comer ramen y a dar un paseo por Ginza en busca de un bareto… Dios que pijerío más abrumadorrrrrrrr. Creo que mejor dejaros las fotos porque no tengo palabras… bueno, algunas si que tengo. Ginza a primera vista se parece a cualquier zona de shopping, pero cuando el sol se pone, uno se da cuenta de la PASTA que rezuma por los poros de sus edificios. Sudor luminoso en forma de neones futuristas, pantallas gigantes con anuncios de todo tipo y un olor a azufre propio de las más altas casas de costura… Colas considerables salen (o entran) en esos gigantescos pulpos de cemento (corazón corazón corazón de hormigón!!!!!!) como tentáculos que atrapan a más y más víctimas del fashionsonsumismo… Sin embargo, en lugar de rictus de horror y mandíbulas desencajadas por el miedo, estas víctimas parecen disfrutar con la experiencia. Mejor para ellos.
Una hora y media después, y mucho más cerca del Kabukiza, encontramos el rincón del bucanero traidor, anunciando una atractiva HappyHour que resulta ser un espejismo que solo se produce entre semana… pero aun así es barato, y caen un par de copas antes de que nos llame Chiki desde la puerta del Kabukiza.
KABUKI (¿qué es el kabuki?)
Aquí la gente puede comprar la entrada para 3 obras consecutivas (4 horas y pico de representación…ahí lo llevas) o por separado. Fernan tenia una entrada para 3 obras y yo un Guille bebedor de cañas. Así que en la última representación, intercambiamos guille por entrada y disfruté como una enana de una merecida siesta de 15 minutillos y una representación increiblebleble….
Explicarlo sería muy difícil, y eso que tengo aquí el prospecto en inglés y todo: la magia, el colorido, el honor, la comedia, la danza y la música, claro. Pese a ser hombres, los papeles femeninos tienen mucha credibilidad y fuerza, uno de los onnagata estaba considerado Tesoro Viviente en Japón incluso. Si debemos creer lo que dicen las guías, las mujeres tuvieron que desaparecer del Kabuki porque los espectadores se ponían muy jabatos… (incontrolables testosterónicos) y claro… ¿Qué haces con 40 samurais salidos como motos?
No me importaría volver.
Para culminar la noche y sobretodo compartir puntos de vista sobre el Kabuki, los compis de Fernan habían reservado en un restaurante de por allí… Dios, que miedo nos dios ver el sitio. Bar a vin, con solo vinos europeos del copón, Saint Emilion incluido (cayo una botellita…)
No voy a negar que lo pasamos bien, ni que fue un clavazo del 15. eso si, la de tiempo que hacia que no probaba un buen camembert, un reblochon, un azul…
Las fotos os ayudaran a meteros en ambiente (6 talegos por cabeza os ayudaran a decidir si queréis que os llevemos…jurjur)
Andábamos todos bastante reventados, así que no costo mucho convencernos de que lo mejor que podíamos hacer era tirar para Gyuotoku y rezar por una noche larga y un sueño reparador. Y así fue… solo que al final, el domingo, también nos liamos! Pero esa es ya otra historia.
Kiyos y kiyas, dewamata!
Hamilton estaba a un día de ganar el campeonato de F1 y nosotros dormíamos cual marmotas en la bat-cueva. Tras un rápido zafarrancho de combate, Pedro nos llevó al tren y en una horita estábamos en Kyoto, nosotros y todos los nipones de esta gran nación. El bus de la línea turista estaba más petao que el shinkansen y el metro en hora punta. Lo bueno era que no podíamos perdernos, cual Dorothy siguiendo el camino de baldosas amarillas, nosotros seguíamos el reguero de turistas locales y extranjeros cual file de hormigas multicolor. Si, yo también creo que la metáfora esta pasada de rosca, pero así podéis criticar a gusto.
Lo primero que vimos fue el Templo de Kiyomizu-dera (o Kiyomizudera, 清水寺, en japonés templo del agua pura), con su balcón de tabiques de madera sin un solo clavo y sus budas varios.
Como anécdota y para justificar el título, dos detalles:
Guillermo fue interceptado en cuatro ocasiones por un equipo de la NHK (homólogo de TVE) que lo tomaba por un estadounidense..(aunque hubieran acertado con su nacionalidad la respuesta habría sido la misma: NO VOY A VOTAR, La DEMOCRACIA ES UNA MENTIRA) Lo que nos pudimos cachondear de él. Aprovecho para lanzar una pregunta al aire: ¿Os parece que tenga cara de yanki? Ahora entendemos la rabia que debe dar cuando siendo japonés te tratan de chino y viceversa.. GRGRRR
El segundo detalle sobre el título viene porque al llevar la cámara casi todo el rato, pude ser testigo del nacimiento de una bella historia de amor Chiki y Nano, pareja gay de Kyoto Noviembre 2008, no explicaré nada, os dejo un reportaje gráfico que he titulado Cornuta paparaza: Divorcio por adulterio.
Paseamos por las callejuelas del Kyoto antiguo, había muchísimas ‘geishas’ paseando posando y dando color dentro del ambiente ya bastante festivo. A estos dos se le iban los ojos detrás de cualquier cosa con quimono y hay que reconocer que las chavalas se lo curraban. ¡¡¡¡No me pongo to ese maquillaje ni para carnaval!!! ¡¡Que crù, señó!!
Para llegar al Ginkaku-ji (銀閣寺, Templo del Pabellón de plata) hicimos trampa y pillamos un taxi, el dios de los turistas nos castigó con un Pabellón de Plata cubierto de andamios y una visita corta aunque llena de instantes románticos, paseos entre el jardín zen (¡Está igual que hace 2 años!) y bajo los arces de hojas cambiantes. Solo faltaban Chaw Yun Fat y los ninjas a lo Tigre y Dragón (¿O eso era en China?). Para terminar con una puesta de sol en la Kinkaku-ji (金閣寺, Templo del Pabellón Dorado), o la choza de retiros no muy espirituales que tenía en Emperador en Kyoto. La vuelta fue menos bucólica, entre los callejones de Kyoto y en bus hasta la estación. De vuelta en Kobe, fuimos directos y hambrientos al Valmancha y esperamos charlando con Pedro y Mijo a que se fueran los clientes y llegaran los colegas para ir a cenar y tomar una última cerveza. Estuvimos compartiendo risas con una pareja de rusos Sveta y Basili y otro ruso más Dimitry (que para mi suerte robó la atención de Chiki que olvidó su pasajero idilio con Guillermo). El bar como veis es muy fashion, (Ki Chi Ri) y las mesas privadas están acolchadas como la celda de un manicomio… Eso sí, la comida estaba bien y no era mega caro. A Kaori le gustó mucho porque podía andar chocándose con todo sin arriesgarse demasiado.
La noche terminó, nos despedimos y nos fuimos a casita a dormir, o a ver la última carrera del campeonato de F1 por internet. Lástima que el quinto frenara, yo ya dormía, pero por lo que se ve, fue la gran decepción. Creo que hablo por una gran mayoría si digo ¡Hamilton cabrón!
Y con estas bellas palabras cierro el episodio.
Epilogo. Despertares sobre las 2 de la tarde y con Pedro, Mijo y Kaori ir a Osaka, pasear por el bullicioso barrio de Dōtonbori (道頓堀), cruzar el puente. Cierre de emisión, vuelta a la realidad y otro saquetazo en el shinkansen (pero esta vez sentaditos, con una cervecita y algo de picar).
Al despertarnos después de una noche tranquila nos lo tomamos con calma. Dejamos las maletas en recepción y salimos hacia la ciudad. Con calma encontramos un servicio de información para turistas y decidimos preguntar por listas de hoteles. Perfecto, tienen, ademas nos recomiendan qué visitar en la ciudad por el mismo precio.
Dimos las gracias, es de bien nacidos ser agradecidos, y nos pusimos a llamar, tres posibilidades, dos no y un si. Ya teníamos hotel para esa noche. Ni siquiera una reserva, tan solo preguntaron numero de personas y nacionalidad. Perfecto, a correr toca.
Primero un templo, últimamente tenemos suerte con los templos y en éste estaban celebrando el pasaje de edad Shichi-Go-San (七五三, literalmente hablando «siete-cinco-tres») lo cual nos permitió hacer algunas fotos de niños con quimono. Si eres niño en Japón, es normal que te entre el síndrome ese de Emperador… ¡¡te visten como a uno cada dos años, te llevan al templo y te veneran!!!
Después subimos al edificio del ayuntamiento de Kobe, otra pedazo de torre, desde donde pudimos ver que a pesar de las apariencias Kobe es una gran ciudad. Con un enorme puerto y las montañas justo detrás, vigilando. Ya eran cerca de las 12 y qué mejor momento para llamar a Pedro y ver si conseguíamos encontrar a ese Albaceteño con restaurante. Dicho y hecho, una llamada y cien metros mas tarde estábamos en presencia de Pedro, Mijo y la pequeña Kaori.
Nos recomendaron ir a visitar las destilerías de sake. Alcohol, degustación gratuita, ¡allá vamos!
Tras unas copichuelas de sake descubrimos que estos japoneses también se apuntan a lo que sea, allí había unos cuantos chupando de gratis, digo unos cuantos por no decir un motón. Y lo mejor es que nos pusieron una pegatina, tan solo para indicar que no habíamos ido en coche y podíamos beber TODO lo que quisiéramos. Pero somos unos chicos formales y solo nos tomamos 4 copas, nos estaban esperando en Valmancha para comer y no queríamos llegar tarde. En realidad se trataba de una especie de fiesta de barrio montada por la destilería Sakuraen donde el sake es gratis y hay muchos stands de comida para que la gente eche el rato, todo muy estilo verbena, pero a lo japo.
De vuelta en Valmancha comimos con PAN, a Fernando se le saltaban las lagrimas, tanto que tuvimos que repetir de pan, tres veces. La verdad es que el plato de costillas en salsa que nos comimos estaba bien bueno. Era como comer en casa.
Nos llenamos la barriguita y eah, a salir del bar que esta gente tendrá que currar y no es plan de estar molestando. De vuelta a nuestro ex-hotel recoger las maletas y paseo por el barrio «rojo» en busca de unas birras y algo de picar. Entre unas y otras tonterías ya teníamos entre pecho y espalda cinco cervezas, cuatro sakes y poco alimento.
Más tarde nos ofrecieron una y mil veces quedarnos a dormir en su casa, así nos ahorrábamos el hotel y pasábamos más tiempo con ellos, nosotros, que somos muy educados y no sabemos decir que no, no pudimos resistir tal oferta y terminamos el día dándoles las gracias mientras nos arropábamos para dormir en el tatami de una de sus habitaciones. Eran las dos de la mañana y teníamos que estar despiertos a las 9, Kyoto nos esperaba.